miércoles, 2 de septiembre de 2009

El fracaso siempre vuelve a llamar a tu puerta


Queridos amigos, no os dejeis engañar por esa sonrisa casi permanente, ese humor tan particular y esa actitud bastante positiva, porque detrás de todo eso se encuentra la realidad, que no es otra, que el fracaso, la tristeza, la desesperación, la resignación, la impotencia y un montón de cosas más que sólo te hunden más y más en ese pozo que parece no tener fondo.

Lo peor que le pueda pasar a alguien es que cuando comienza a salir de ese pozo con la mayor de las ilusiones vengan y te empujen de nuevo al fondo, porque eso te derrumba del todo, acaba contigo, con tu presente y tu futuro y tus sueños, aspiraciones e ilusiones se derrumban como si de un castillo de arena se tratara. Intentas encontrar un por qué pero no lo encuentras y no lo haces porque no existe, simplemente se ha acabado y no hay más que hablar y ante eso no tienes nada qué hacer, solo derrumbarte, dejarte embargar por la mayor de las tristezas y pensar en qué todo es una mierda.

Para algunos sólo es cuestión de asumirlo, pasar página y salir adelante pero para otros no es tan fácil. Para otros, asumirlo es practicamente imposible, son incapaces de reconocer su derrota y más si no es la primera que sufren. Son incapaces de perder aquello con lo que tanto han soñado, pero al mismo tiempo se resignan a perderlo, porque no tienen ni las agallas ni el carácter suficiente para luchar por ello, están inundados de miedo al rechazo, de incertidumbre, de inseguridad que los paraliza y los bloquea en mitad del camino. Una y otra vez repiten el mismo error, una y otra vez no se arriesgan, una y otra vez vuelven a perderlo todo sin mover un dedo por cambiar esa situación, simplemente, porque el miedo les atenaza. Es ahí cuando uno se da cuenta de lo gilipollas y fracasado que es.

Si, por desgracia, yo formo parte de ese segundo grupo, de ese que cuando levanta cabeza vuelve a bajarla, de ese que puede pasar de la alegria a la tristeza en un abrir y cerrar de ojos, de ese al que nada le sale bien aunque lo intente, de ese que sólo da disgustos a su corazón y de ese que se ilusiona con todo pero que acaba con nada. Está vez, la desilusión y el golpe ha ido donde más duele, allí donde ni siquiera un buen cirujano puede solucionarte el problema. No sé, si tan siquiera el destino me concederá una última oportunidad y esa incertidumbre acaba casi por completo con mis ánimos. Menudo follón...






1 comentario:

Un tipo que sólo hace comentarios dijo...

Tienes un problema: No distingues fracaso de pérdida.
Yo no veo un fracasado; pero sí que veo a un gilipollas. Dejate de tonterías, que la vida no regala nada por mendigar. La próxima será la buena. Y si no, la próxima. Y si no, me cawen su puta madre. Es asi de sencillo.